Los vaivenes políticos en torno a la gestión de la DANA
Un desafío recurrente
La Depresión Aislada en Niveles Altos, más conocida como DANA, se alza nuevamente como un reto estacional que pone a prueba la capacidad de respuesta de los gobiernos. Cada año, observamos cómo este fenómeno meteorológico se convierte en protagonista, desencadenando un complejo entramado de decisiones políticas, acuerdos y desencuentros.
La previsión, una asignatura pendiente
Uno de los principales problemas es la falta de consenso en torno a la gestión preventiva. Pese a que la tecnología nos brinda herramientas avanzadas para prever desastres naturales, la estrategia ante la DANA está marcada por:
- Diferencias en asignación presupuestaria.
- Desacuerdos en la implementación de sistemas de alerta temprana.
- Confusión sobre competencias entre distintas administraciones.
Los ciudadanos, atrapados en la incertidumbre
Cada retraso en la toma de decisiones se traduce en un impacto directo sobre la población que, año tras año, vive con la incertidumbre de cómo afectará la DANA su día a día. Es crucial que la política se ponga al servicio del ciudadano, buscando soluciones unificadas que prioricen su seguridad y bienestar.
Hacia un enfoque colaborativo
Para enfrentar la DANA, es necesario un cambio de enfoque en la política de gestión de desastres. Las lecciones de eventos pasados deben impulsar la creación de un marco sólido de actuación que contemple la cooperación interinstitucional y el compromiso decidido de todos los actores involucrados.
Convirtamos este reto en una oportunidad para fortalecer nuestras políticas y proteger, con eficacia, a quienes más lo necesitan.