Las predicciones económicas para el último trimestre de 2022 no son muy alentadoras. Entre tanta incertidumbre mundial, los consumidores miran con recelo los precios de los alimentos cada vez que llega la hora de llenar la nevera. El gasto en comida sigue subiendo mientras que los sueldos se mantienen igual que antes de la pandemia.

La pregunta del millón es si los precios aterrizarán en algún momento o esto será solo una carrera de fondo que no ha hecho más que empezar. Cada vez son más los hogares españoles que tienen que recurrir a préstamos rápidos en Wandoo o de cualquier otra entidad para poder llegar a fin de mes.

De hecho, son muchos los clientes que piden minicréditos dada su facilidad en el proceso, la rapidez en la consecución de las cantidades y, sobre todo, los pocos requisitos que se piden para solicitarlos. La cantidad, eso sí, no suele ser muy elevada y no suele pasar de los 1.000 euros.

La calidad de vida es la gran perjudicada

El informe global de Ipsos sobre inflación ya anunciaba que un 76% de los encuestados de 28 países aseguraba que la cesta de la compra subiría en la segunda mitad de 2022. Tan solo un 7% se mantenía optimista para asegurar que de julio a diciembre se viviría una bajada, nada más lejos de la realidad.

Si esta subida de precios se sigue manteniendo, todo apunta a que el gasto se recortará en una amplia variedad de cosas que van desde la comida, el ocio con las implicaciones que tiene en la vida social de las personas y las vacaciones. Para llenar la nevera, la planificación y la compra a granel parecen ser las opciones con más adeptos.

Se recortan hábitos

La Oficina de Estadísticas Laborales apunta que en EE. UU., el mes de julio supuso una moderada bajada de la inflación cuando los precios de los alimentos llegaron a ser un 10,9% más altos que en el año anterior. Esto afecta a la calidad de vida, sobre todo a lo que se come y a lo que se hace.

Según Chris Jackson, vicepresidente de Asuntos Públicos en este país para Ipsos, explicó que, para una mayor parte de los estadounidenses, el dinero que salía lo hacía mucho más rápido que el que entraba. Para él, los consumidores estiran el dinero todo lo posible recortando en hábitos cotidianos como caprichos o compras compulsivas.

La cocina pierde calidad

Considerar los alimentos como algo más que un “combustible” para vivir se está convirtiendo en misión imposible, sobre todo para los hogares con ingresos medios y bajos. Estos últimos son quienes más se aprietan el cinturón mientras la inflación no da tregua en la cocina.

21 de los 28 países dijeron que comer simplemente por necesidad sin disfrute de placeres culinarios ahora prohibitivos estaba afectando a su calidad de vida. Los canadienses comienzan a considerar la comida como un artículo de moda, según indico Mike Colledge, presidente de Asuntos Públicos de Ipsos en Canadá.

En este país, la inflación estaba en un 7,6% en julio, bastante próximo a sus límites históricos y con una tasa inflacionista en los alimentos que llegó a ser del 9,2% en el último año. Los más vulnerables, todavía no recuperados de la pandemia, son quienes más sufren la tendencia alcista de los precios.

Pérdida de confianza

Aún en plena pandemia, existía la esperanza de la recuperación una vez se terminara el confinamiento y las campañas de vacunación masiva hicieran sus efectos. Sin embargo, esa confianza se ha ido perdiendo con los acontecimientos vividos en 2022. La población está desesperanzada y 1 de cada 3 entrevistados teme no poder salir adelante.

Este desaliento se debe, en parte, a una combinación de variables entre las que están los efectos del COVID, la guerra contra Ucrania y la inflación. La incertidumbre gobierna en los hogares de todo el mundo y se teme el deterioro del nivel de vida al igual que la recesión.

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Periodista
Jefe de redacción en ElPeriodico.digital