La pandemia entró en la provincia de Málaga por la Costa del Sol. El jueves 27 de febrero, más de dos semanas antes de que se decretara el estado de alarma y se ordenara el confinamiento de la población, tres vecinos de Marbella y uno de Fuengirola fueron diagnosticados como positivos de coronavirus. En aquel momento todavía seguían llegando turistas. Los dos primeros meses del año habían sido excepcionalmente buenos para la industria, se acercaba una Semana Santa sobre la que caían los mejores augurios y volvía a escucharse la regla no escrita que fija que a una buena Semana Santa le sigue un verano esplendoroso. Aún con los primeros casos ya diagnosticados y la pandemia extendiéndose en todas las direcciones, las reservas para el verano seguían su goteo.
No era fácil sospechar entonces que se avecinaba la mayor crisis sanitaria y económica que recuerda la historia moderna del país, pero apenas veinte días después de aquellos cuatro primeros casos, apenas quedaban hoteles abiertos en la Costa del Sol. Lo que prometía ser una primavera de ocupación plena acabó convertido en una pesadilla imposible de imaginar. «Esto ha llegado en el peor momento, el año iba a ser histórico», confiesa a este periódico la directora de un hotel de Marbella.
Los datos
- 105,3
- es la tasa de incidencia de la enfermedad (número de casos por cada 100.000 habitantes). En total se han registrado 566 contagios, con 227 curados y una tasa de defunción de 6,9.
- 38
- muertes se ha cobrado el coronavirus en la Costa del Sol, según los datos del Servicio Andaluz de Salud. En la última semana sólo ha habido un deceso.
Carente de otro sustento y con toda la economía dependiente del monocultivo -los polígonos de sus 13 municipios no son otra cosa que la retaguardia logística del turismo, los centros comerciales viven mayormente de la demanda de los visitantes, igual que el sector inmobiliario y, por supuesto, el de la hostelería- la Costa del Sol se ha convertido en la zona cero de la crisis económica.
Con el Hospital Costa del Sol convertido en un centro de referencia de la lucha contra el coronavirus, la comarca vivió sus peores momentos diez días después de la declaración del estado de alarma. El 24 de marzo, con 32 nuevos casos, fue la jornada en la que se registraron más contagios, y durante la segunda quincena de ese mes y la primera semana de marzo el goteo de decesos arrojó una media luctuosa de una víctima al día. La curva comenzó a ceder a partir de la segunda semana de este mes y el Hospital, lejos todavía de recuperar la normalidad, ya registra más ingresados por otras patologias que por Covid-19 y en los quirófanos empiezan a realizarse intervenciones programadas.
Aunque lejos todavía de haberse vencido a la enfermedad, el mayor foco de la preocupación está ahora en el terreno económico, cuya parálisis ha hecho estragos en el tejido social. En Marbella, una ciudad que en estas fechas debería estar bullendo de visitantes y actividad económica, la demanda de ayudas sociales que recibe el Ayuntamiento se ha multiplicado por cuatro en menos de un mes y la tendencia es a seguir creciendo. El panorama es el mismo en toda la comarca. Posiblemente por eso nadie se resigna todavía a dar la temporada por perdida.