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La baja visión es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y que, a diferencia de la ceguera total, implica una pérdida significativa de la capacidad visual que no puede corregirse con gafas convencionales, lentes de contacto o cirugía.

Se trata de una afección que llega a dificultar las actividades cotidianas, como leer, reconocer rostros o desplazarse con seguridad, impactando profundamente en la calidad de vida de quienes la padecen. Entre las principales causas de la baja visión se encuentran enfermedades oculares, como el glaucoma y la degeneración macular, asociada a la edad (DMAE), dos de los problemas de salud ocular más prevalentes en la población adulta.

En este artículo se dará respuesta a qué es la baja visión, las enfermedades que la producen, y cómo las ayudas visuales y la rehabilitación son herramientas fundamentales para devolver independencia y calidad de vida a los pacientes.

 

¿Qué es la baja visión?

Con este nombre se define una pérdida severa de la capacidad visual que no puede corregirse con métodos tradicionales. Llega a afectar tanto a la visión central como periférica, y los síntomas varían desde una pérdida de nitidez hasta dificultades para adaptarse a los cambios de luz o sensibilidad al contraste. Aunque se presenta a cualquier edad, es más común en adultos mayores debido a enfermedades oculares degenerativas.

Es importante diferenciar la baja visión de otras afecciones oculares. Por ejemplo, alguien con miopía o astigmatismo suele experimentar visión borrosa, pero estos problemas tienen solución con la imposición de las lentes adecuadas. En cambio, una persona con baja visión tiene limitaciones visuales permanentes que requieren soluciones específicas y personalizadas.

Enfermedades que causan baja visión

Existen diversas patologías desencadenantes de este mal. Entre las más comunes se encuentran el glaucoma y la degeneración macular, que afectan de manera significativa a la población mayor de 50 años.

Glaucoma

Esta enfermedad daña progresivamente el nervio óptico, generalmente debido a una presión intraocular elevada. Lo más alarmante del glaucoma es que en sus etapas iniciales es asintomático, lo que dificulta su detección temprana. Sin tratamiento, puede llegar a provocar pérdida de la visión periférica, seguida de ceguera total en casos avanzados.

Las personas con glaucoma suelen notar que tienen problemas para ver objetos a los lados mientras conservan su visión central. Esta pérdida del «campo visual» hace que tareas como conducir o caminar por lugares concurridos sean peligrosas.

Degeneración macular asociada a la edad (DMAE)

La DMAE es una enfermedad que afecta la mácula, la parte del ojo responsable de la visión central y detallada, siendo la principal causa de baja visión en personas mayores de 60 años. Esta condición tiene dos formas: seca y húmeda. La forma seca es más común y avanza de manera lenta, mientras que la húmeda progresa rápidamente y puede causar pérdida severa de la visión en poco tiempo.

Los pacientes con DMAE suelen tener dificultades para leer, reconocer caras o realizar actividades que requieran atención al detalle, como coser o escribir. Aunque no siempre lleva a la ceguera total, la pérdida de visión central puede ser devastadora para la independencia del paciente.

La importancia de las ayudas visuales en la rehabilitación

La baja visión no tiene cura, pero los avances en tecnología y las ayudas visuales han revolucionado la forma en que las personas se adaptan a esta condición. Las ayudas visuales están diseñadas para maximizar el uso del resto de visión del paciente y permitirle realizar tareas diarias de manera más autónoma.

Tipos de ayudas visuales

Existen diferentes tipos de dispositivos para personas con baja visión, la elección dependerá de las necesidades específicas de cada paciente:

Lupas y telescopios

Estos dispositivos ópticos ayudan a ampliar imágenes o textos, facilitando actividades como leer o mirar señales en la calle.

Filtros de lentes

Reducen el deslumbramiento y mejoran el contraste, lo que es especialmente útil para quienes tienen sensibilidad a la luz.

Dispositivos electrónicos

Los magnificadores electrónicos y los lectores de pantalla utilizan tecnología avanzada para mostrar textos o imágenes ampliadas en pantallas.

Apps y software de accesibilidad

Las aplicaciones para móviles y ordenadores permiten ajustar el tamaño del texto, el contraste y otras funciones para facilitar su uso por personas con baja visión.

Rehabilitación visual

Además de utilizar dispositivos, las personas con baja visión tienen la posibilidad de beneficiarse de programas de rehabilitación visual. Estos programas, liderados por especialistas en salud ocular, enseñan a los pacientes a sacarle el máximo provecho a su visión residual y adaptar su entorno para hacerlo más accesible.

Las adaptaciones más comunes son realizar ajustes en la iluminación del hogar o el uso de etiquetas táctiles para identificar objetos. La clave está en personalizar las soluciones para cada individuo, teniendo en cuenta sus necesidades y estilo de vida.

La importancia de la prevención y el diagnóstico temprano

Muchas de las enfermedades que causan baja visión, como el glaucoma, se consiguen tratar de manera efectiva si se detectan a tiempo. Por ello, es crucial realizar revisiones periódicas con el oftalmólogo, especialmente a partir de los 40 años o si existen antecedentes familiares de enfermedades oculares.

Un diagnóstico temprano retrasa la progresión de estas enfermedades y ofrece al paciente más tiempo para adaptarse a su condición visual y explorar opciones de rehabilitación.

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Periodista
Jefe de redacción en ElPeriodico.digital