Tenía planes e ingresos, no había razones para que Blanca pensara en algo raro. Esto es lo que se dice luego de que la última escapada de la campeona olímpica Blanca Fernández Ochoa, de 56 años, acabara de forma trágica. Blanca, se perdió entre las montañas del Valle de Fuenfría. Esas mismas montañas, que tantas veces recorrió a solas o acompañada de su familia. Y tras los últimos hallazgos y a falta de conocer las causas exactas de su muerte, su familia solo expresó un deseo. “Saber que no sufrió. Queríamos encontrarla con vida. Al no estar ya entre nosotros, solo nos importa eso”. Así lo indicó el portavoz de la familia, Adrián Federighi, roto por el dolor.
Adrián Federighi, ya estaba al tanto de que se habían hallado pastillas de litio y una botella de vino junto al cadáver de su cuñada. Sin embrago, este se mostró cauto y se está a la espera de la información policial.
Sera, el análisis forense el que determinará si la ingesta masiva de medicamentos. Es la causa de la muerte de la esquiadora.
Cuatro días de intensa búsqueda
Tras cuatro días de intensa búsqueda, el cuerpo sin vida de la deportista fue encontrado a las doce y media del miércoles, en una amplia área de 3.500 hectáreas. La víspera, los drones de la Policía sobrevolaron el pico de La Peñota sin detectarla. Estaba en una zona no muy escarpada en el Pinar Solana de la Molinera. Debajo de Collado del Rey, a escasas dos horas a pie de donde fue hallado aparcado su coche. En Las Dehesas (Cercedilla) el 25 de agosto. Un vecino del pueblo dio la pista definitiva sobre el posible destino de Blanca. Ya que estuvo hablando con ella el día 23 y le dijo que se dirigía a esa zona. Su testimonio no cuadraba con la imagen del día 24 que se visualizó en las cámaras del Hipercor. Por lo que no se tomó en cuenta hasta cuatro días después.
Reconocimiento del cuerpo
La autopsia todavía no se ha completado, ya que ni siquiera se ha podido certificar al cien por ciento la identificación plena basada en el cotejo de huellas y ADN. Esto debido a que el avanzado estado de descomposición del cuerpo ha complicado las pruebas. Los datos que se manejan, a falta de esos resultados del examen del cadáver y de las pruebas toxicológicas. Apuntan a que se trató de una muerte voluntaria y que esta se produjo poco después de que la deportista fuera vista por última vez, el día 24 de agosto.
El cadáver no presentaba signos externos de violencia, por lo que la hipótesis de que había sufrido una caída o un accidente ha quedado prácticamente descartada. Así lo indica también la posición natural en la que se encontraba la ex esquiadora. Además, fuentes próximas a la investigación confirmaron que en el interior de la mochila que portaba había varios frascos de litio, una sustancia que se emplea para el trastorno bipolar que padecía la deportista.