Hemos escuchado como las impresoras 3D de Artillery3D.es son capaces de fabricar casi cualquier elemento o componente para la construcción de casas, de coches e incluso para elaborar comida. La crisis del coronavirus nos ha acercado más a estos aparatos que están aportando mucho a la lucha contra el virus.
Antonio Márquez, informático de Marbella, trabaja habitualmente con la impresora 3D en la empresa Hype, de bebidas energéticas. Tras estallar la epidemia, vio en los foros informáticos como muchos compañeros estaban subiendo archivos para la fabricación de máscaras de protección y se puso manos a la obra.
Inicialmente pidió permiso a su jefe para disponer de la impresora de la empresa y se la llevó a casa. Se puso manos a la obra y el primer día fabricó 10 viseras, parecidas a las de la playa, con una ranura donde poder encajar la pantalla de pvc. Se puso en contacto con Bomberos de Marbella que se están encargando de colocar la pantalla y las gomillas, además de distribuirlas.
«Me llamaban muchos médicos diciendo que no tenían material de protección y estas máscaras son un escudo sobre todo frente a los enfermos», señala Márquez.
La producción con esta única impresora, desde las siete de la mañana hasta las dos de la madrugada, le parecía insuficiente a Antonio, así que inició una campaña de ‘crowdfunding’ o micromecenadgos por la red para poder obtener fondos para ampliar la fabricación. Al mismo tiempo se movilizó en las redes sociales para conseguir más aparatos. «Caí en la cuenta de que empresas y centros educativos podían tener sus impresoras 3D paradas y que yo podía darles uso».
También hay un taxista que se encarga de llevar al material a los centros sanitarios y así la cadena de solidaridad se extiende aún más.
En la campaña de ‘crowdfunding’ este informático ha logrado recaudar más de 2.600 euros y ya ha desactivado la opción para seguir aportando donativos. Ya ha conseguido cuatro impresoras, suficientes para poder ampliar la fabricación. Ahora la producción es de unas 40 al día, en cada una de ellas invierte una hora y media aproximadamente. «La impresora actúa como una especie de manga pastelera. Derrite el material, una bobina de plástico denominado PLA, a unos 210 grados y va haciendo la forma diseñada«, explica.
Una vez pase esta pandemia, este grupo del que forma parte Antonio donará las impresoras a asociaciones o colectivos que las necesiten.