La dura realidad de Mireia Belmontey es evidente. Aunque en su entorno aseguran que sus marcas llegaban, no fue suficiente para acercarse a las marcas, exigidas en las finales. Termina el Mundial de Gwangju con Mireia Belmonte en solo dos finales (1.500 y 800 libres), que terminaron de aquella manera, última en las dos. En sus palabras, la esperanza, de que cada día estaba mejor, que las sensaciones eran buenas aunque no se reflejara en los resultados. Tan lejos de su mejor versión, tan lejos de finales que, por registros pasados, eran alcanzables. Sí, ha habido récords del mundo y números estratosféricos en los oros, pero en varias pruebas la española tiene registros mejores que las medallas que se han colgado sus rivales.
Mireia Belmonte, es una chica que posee un gran gen competitivo. Que se podría decir es superior al resto de los mortales del que no hay que dudar porque ha dado muchas muestras de que con ella todas las medallas y récords son posibles. Y, sobre todo, porque se marcha de Corea del Sur con la marca de sus rivales grabada a fuego, como un acicate para su próxima temporada que empieza hoy y termina en Tokio 2020. Con el orgullo tocado, con el objetivo grabado, Belmonte muerde más fuerte. Y ya ha empezado a ello, pues viajó directamente a la Copa del Mundo de Tokio. Ya pasó cuando era una promesa en las distancias cortas pero le criticaban no ser capaz de explotar el potencial en las largas. Llegó Londres 2012 con dos platas. Llegó Río 2016, un oro y un bronce. Sus límites, un poco más lejos cada vez.
Su falta de preparación en un Mundial, es evidente y solo alcanza dos finales.
Un descanso necesario
Un descanso necesario, aunque nunca oportuno, siendo Belmonte y su entrenador, Fred Vergnoux. Los que subrayan que acudir a una entrevista, celebrar una medalla o descansar una tarde de domingo, son cientos de kilómetros al año perdidos e irrecuperables. Y fueron, con sus más y sus menos, cinco meses de ausencia en el agua. Una eternidad. Porque mientras la española se despejaba los vértigos y los problemas del tobillo y veía los Europeos y las Copas del Mundo desde el sofá, la italiana Simona Quadarella seguía ganando, la húngara Boglarka Kapas seguía nadando. Incluso la estadounidense Katie Ledecky seguía nadando. Y más que hubieran necesitado porque hasta Ledecky, 22 años, probó su primera plata después de tantos oros por el empuje de jóvenes como Ariarne Titmus (18 años), Regan Smith (17 años) o Benedetta Pilato (14 años).
“Estamos decepcionados, pero Mireia es como ese animal herido que puede reaccionar”. “Tenemos muchos deberes. Hemos empezado a analizar su situación, y ella sabe que va a tener que tener unas vacaciones más activas en las que no desconecte de la piscina. Nos queda menos de un año y no hay nadie más consciente de su situación que la propia Mireia”.
Dos finales
Sin embargo, a pesar de los inconvenientes se marcha Belmonte de Corea con dos finales. Fue novena en 1.500, multiplicada la competencia esta vez porque será prueba olímpica en Tokio 2020. Accedió a una calle entre las ocho mejores del mundo por la baja de última hora de Ledecky. Fue octava, con 16:02.10, lejos de la cabeza, con Simona Quadarella (20 años) en un oro de 15:40.89, pero Belmonte se lo tomó como un paso más hacia donde quiere estar. «Es mi mejor marca de la temporada, que está lejos de mi mejor marca, pero después de seis meses entrenando está bastante bien», explicó. En 800, fue también octava (8:25.51), y también lejos del duelo entre Ledecky y Quadarella, con tiempos de 8:13.58 y 8:14.99. Y en su prueba fetiche, los 200 mariposa no se pudo ni clasificar para la pelea por las medallas.